En el portal de Belén hay mucho hormigón
MARTXELO DIAZ-GARA
Ya estamos otra vez con la tabarra previa a la Navidad, aunque este año hay menos luces en la calle. Todo son anuncios de turrón y reportajes de que este año vamos a gastar menos y de que han puesto un belén en la parroquia de no sé dónde.
En todos estos belenes aparece lo típico: el niño, los reyes y sus camellos, los pastorcillos, el río con su molino... Pero en pocos -como en el de la sede de Askapena de Gasteiz- aparecen elementos de la realidad que tienen que padecer actualmente los vecinos de Belén. Nadie muestra el muro del apartheid que separa la ciudad en la que nació Jesucristo de la ciudad en la que murió, Jerusalén, situada a una escasa decena de kilómetros. Belén, hoy, está rodeada por ocho metros de hormigón por tres de sus cuatro costados.
Ésto ya tendría que ser suficiente para que los cristianos alzaran la voz, pero el Papa Joseph Ratzinger ya ha anunciado que visitará Jordania e Israel el próximo mes de mayo. En plena Nakba. Estupendo. Tampoco aparecen en los belenes los campos de refugiados que se instalaron en esta ciudad palestina en 1948 para albergar a quienes huían de la limpieza étnica sionista.
Han pasado 60 años, los mismos que acaba de cumplir la Declaración Universal de Derechos Humanos. Pero en Belén sigue habiendo refugiados que reclaman su derecho a volver a las casas de las que fueron expulsados sus abuelos y los derechos humanos siguen siendo algo que queda bien para proclamar, pero no para aplicar. Papel mojado. El alcalde de Belén, Victor Batarseh, acaba de denunciar que el muro del apartheid «ha convertido en una prisión la cuna de Cristo».
Por ello, ha hecho un llamamiento a los cristianos del mundo a que «mantengan a Belén en sus mentes y en sus corazones». Pero no es la Belén almibarada y descontextualizada que nos venden en los anuncios de mazapán, sino el símbolo de un pueblo que lucha por mantenerse vivo ante la ocupación sionista. Es la misma ciudad en la que nació la intifada, la revuelta popular palestina frente al ocupante. Piedras contra fusiles y tanques ante el portal de Belén.