Zapatismo: de San Andrés a La Otra Campaña
Ayer 16 de febrero de 2007 se cumplieron 11 años de la firma, entre el EZLN y el gobierno Mexicano, de los Acuerdos de San Andrés. Aquellos acuerdos supusieron un hito histórico en la lucha de los pueblos indígenas, no sólo de Chiapas sino de todo México, ya que suponían el reconocimiento de éstos como sujetos políticos con derechos propios. Pero además, no podemos entender iniciativas como "La Otra Campaña" zapatista y gran parte del convulso escenario mexicano actual sin tener en cuenta las consecuencias de aquella firma sobre "Derechos y Cultura Indígena" en la pequeña localidad de los Altos de Chiapas.
Un poco de historia
Hicieron falta más de 10 meses de difíciles negociaciones para culminar un acuerdo. A dos años del alzamiento zapatista, se abría una ventana a la esperanza. Pero como en una mala película, ocurrió lo que siempre suele ocurrir en estos casos: el gobierno mexicano no cumplió su parte.
El 2 de septiembre de aquel 1996, como consecuencia de la lentitud en el cumplimento de los Acuerdos, el EZLN suspendió el diálogo. En noviembre, la COCOPA (Comisión de Concordia y Pacificación, integrada por representantes de todas las formaciones políticas del Congreso) intentó reconducir la situación mediante una propuesta de ley que recogía la base de lo acordado en San Andrés. El EZLN, a pesar de no estar del todo conforme, aceptó. Lo mismo hizo la delegación gubernamental. Pero cuando el presidente Zedillo regresó al país, se retractó de la firma, argumentando el peligro de "balcanización". Este hecho supuso el "no" del poder ejecutivo a una salida dialogada al conflicto.
La derrota del PRI
Podríamos resumir la estrategia zapatista en tres etapas bien diferenciadas. La primera de ella sería la de la "guerra convencional", que solamente duró doce días. El 12 de enero de 1994 se declaró el alto el fuego por parte del gobierno y comenzó otra etapa, la que podríamos llamar fase "negociadora". Los Acuerdos de San Andrés supusieron el punto álgido de esta fase y se convirtieron en la columna vertebral de la estrategia zapatista.
El EZLN fue implementando diversas iniciativas que obligaran al gobierno a cumplir lo firmado. Durante todo este periodo, la política represiva llegó a sus mayores cuotas, tanto por parte del ejército y las diversas policías, como de los grupos paramilitares. Quedará en la memoria colectiva la matanza de Acteal, donde 45 indígenas fueron salvajemente asesinados por paramilitares el 22 de diciembre de 1997.
Pero en las elecciones presidenciales del 2000, se produjo un cambio de gran trascendencia: el PRI (Partido de la Revolución Institucional) perdía el poder tras más de 70 años. Su lugar fue ocupado por el PAN de Vicente Fox (aquel que dijo arreglar el problema de Chiapas en "15 minutos").
En un nuevo intento de ver cumplido San Andrés, el EZLN planteó tres condiciones para volver al diálogo y, a su vez, anunció la "Marcha del color de la tierra" que, entre multitudes, llevaría a parte de la comandancia zapatista hasta el Congreso para defender que la Ley COCOPA fuera aprobada por el legislativo como forma de solucionar el conflicto.
Ya podemos imaginar lo que pasó.
El poder legislativo
Tras el éxito de la marcha y la nueva situación política, se creía firmemente en la aprobación de la ley COCOPA. Efectivamente, el 25 de abril de 2001, todos los partidos políticos del Senado aprobaron una ley de reforma indígena, pero que no recogía lo acordado en San Andrés, dejando fuera aspectos fundamentales e irrenunciables. Esta "ley de la traición" fue tajantemente rechazada por el EZLN, por el Congreso Nacional Indígena y por un altísimo número de organizaciones sociales y políticas. Esto supuso el segundo "no", el del poder legislativo y de toda la clase política -incluida el PRD-, a una salida negociada al conflicto.
La negativa del tercer poder, del judicial, llegaría en septiembre de 2002, cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró improcedentes los cientos de recursos planteados contra la ley.
La renuncia de los tres poderes a implementar los acuerdos firmados en su momento hicieron perder definitivamente al EZLN la esperanza en el camino del diálogo. Podemos decir que este momento marcó la ruptura total del zapatismo con la clase política sin excepción, incluido el PRD, y el comienzo de una tercera etapa, la de la "autonomía por vía de los hechos".
Autonomía indígena
Las comunidades zapatistas tomaron la firme decisión de llevar a la práctica los Acuerdos de San Andrés en todo el territorio bajo su influencia (la mitad del estado de Chiapas). Si bien es cierto que desde el inicio del levantamiento zapatista se había iniciado este proceso de funcionamiento autónomo, a partir de este momento se refuerza enormemente, a la vez que el EZLN se va retirando de la organización de los territorios zapatistas para dar protagonismo a las comunidades. La creación de las Juntas de Buen Gobierno (agosto de 2003) responde a esta nueva etapa. Poco a poco, el zapatismo ha ido creando su propia forma de organización paralela a la institucional: una red sanitaria propia, una red educativa, un sistema de administración y justicia, una planificación económica basada en las cooperativas y las tierras comunales, y una defensa, a cargo del propio EZLN. Con grandes carencias pero con enormes avances, en un contexto de acoso, militarización y guerra de baja intensidad, la autonomía en territorios zapatistas ha llegado a un nivel de desarrollo importante, convirtiéndose en un ejemplo más de la capacidad de organización de los pueblos.
Pero esta lógica de autonomía, dentro de un México capitalista y neoliberal como el actual, tiene unos límites demasiado estrechos. De ahí la necesidad de un cambio más profundo en las estructuras de la nación. De ahí el análisis que hace la Sexta Declaración de la Selva Lacandona en verano del 2005 y la iniciativa que se deriva: la Otra Campaña.
La Otra Campaña
La filosofía de "La Otra" no es nueva: la unión hace la fuerza. El enemigo común de los pueblos y las personas es el capitalismo. Pero para crear un México sobre bases justas, hay que batir poderosos enemigos que sólo pueden ser enfrentados si quienes luchan por el cambio se unen y actúan coordinados. Para lograr ese amplio "frente nacional de lucha", lo primero que plantea el zapatismo es el mutuo conocimiento entre tod@s aquell@s que están "abajo -fuera de la política institucional y partidaria- y a la izquierda". Ése fue el motivo para la gira de Marcos por toda la República. El objetivo a medio plazo es articular una lucha por una asamblea constituyente que posibilite a los pueblos de México elegir una nueva constitución.
Esas serían, a muy grandes rasgos, las líneas maestras de la iniciativa zapatista. Aún sin plantear nada nuevo en conjunto, sí hace aportes interesantes. Definir al capitalismo como el principal enemigo, plantear la necesidad de coordinar todas o parte de esas grandes y pequeñas luchas que recorren todo México no son sino pasos adelante en la lucha de los pueblos por su emancipación, al igual que la lucha de los pueblos de Oaxaca, Atenco, la Sierra de Guerrero y tantos otros.
Los Acuerdos de San Andrés quedan, en apariencia, muy lejos de Euskal Herria. Pero las distancias entre los pueblos que luchan por sus derechos y libertad es siempre muy pequeña. La historia se repite: gobiernos que no cumplen lo acordado, empleo de la represión para acabar con la disidencia, falso discurso sobre "la necesidad del diálogo", etc.
Por lo tanto, sólo nos queda seguir luchando; sólo nos queda construir desde hoy, por vía de los hechos, esa Euskal Herria del futuro que nos quieren negar; sólo nos queda desarrollar el internacionalismo solidario con otras luchas como la nuestra. El enemigo es muy poderoso y sólo junt@s podremos vencer. Pero una mirada al mundo nos da razones para el optimismo. Cada vez somos más en la lucha por libertad y el socialismo. Y el enemigo, con sus verdugos locales, cada vez tiene más problemas para mantenernos bajo su bota. Hamaika herri, borroka bakarra!
Iñigo Bilbao. Militante de Askapena